Ficha completa

SANTA MARIA LA NAVE CALMAROSSA 2016

La historia de Santa Maria La Nave y, el amor por la vid y la naturaleza del Etna, se remontan a 1954, cuando Giuseppe Mulone (llamado Peppino), un señor campesino de Regalbuto en la provincia de Enna, se trasladó con su familia a Catania, en busca de condiciones de vida más cómodas y estables. Su primer trabajo fue en el monte Etna, en Zafferana, donde Peppino trabajó en la vendimia. Le fascinaban la fertilidad de la tierra volcánica, la exuberancia de los viñedos y el esplendor de las uvas. Su relación con la viña y con el Etna continuó durante varios años, hasta que el único hijo que quedó en Sicilia, "salvado" de los flujos migratorios que vaciaron la isla de muchos trabajadores incansables, compró una propiedad en el monte Etna, en el municipio de Viagrande. En la propiedad había un pequeño y antiguo viñedo de Nerello Mascalese y Nerello Cappuccio, que el abuelo Peppino ayudó a cuidar con amor y pasión, participando de las primeras cosechas y en la  vinificación con métodos artesanales y naturales propios de la tradición local del monte Etna.

Nonno Peppino traspasó esta pasión, respeto y amor por la viticultura a sus hijos. Ese es el alma del proyecto, pasar su visión de las viejas a las nuevas generaciones, salvaguardando la herencia de la viticultura de su adorado monte Etna durante siglos.

Actualmente la bodega la dirige la nieta de Nonno Peppino, Sonia Spadaro Mulone. economista y sumiller  de formación, dedica toda su pasión y dedicación al proyecto vitícola familiar con el asesoramiento técnico de uno de los enólogos más reputados del Etna, Enzo Calì.

Los métodos de vinificación son más modernos y eficientes, pero el cuidado de los viñedos extremos sigue las directrices ancestrales de la agricultura de Etnea.

Los viñedos están situados en áreas salvajes de gran altitud, en parcelas que han sobrevivido durante siglos a las devastadoras erupciones volcánicas o en parcelas situadas en laderas empinadas de viejos cráteres inactivos.

Solo trabajan con variedades autóctonas.

Clima: Seco y ventoso durante el verano, con picos de calor abrasador. Importantes precipitaciones en invierno y primavera con importantes variaciones de temperatura entre el día y la noche durante todo el año. A partir de junio, las sequías son severas, que sin embargo contrastan con los profundos sistemas de raíces de las viñas antiguas que se hunden en las arenas volcánicas en busca de agua y minerales.

Viñedo: cepas prefiloxéricas de Nerello Mascalese 85% y Nerello Cappuccio 15% procedente de un viñedo antiguo en el Monte Ilice, un hermoso cráter adventicio ubicado en el lado sureste del Etna. Los suelos son de arenas y cenizas volcánicas negras rico en minerales y con una pendiente muy pronunciada que en algunos puntos supera el 40%. El viñedo está conducido mediantes estacas, según la tradición vinícola etneana, con unas 7-8000 plantas por hectárea. Rendimiento por cepa: El rendimiento es de unos 800 gramos de uva por cepa.

Añada 2016: en general en toda Italia es una añada excelente. A nivel vegetativo el ciclo anual fue equilibrado sin problemas de granizo, mal tiempo y enfermedades como pasó en añadas precedentes. La madurez fenólica fue muy buena y el nivel de taninos maduros y suaves. Una añada que representa muy bien el perfil de vinos del valle.

Vendimia: vendimia estrictamente manual, según la tradición, realizada en la primera quincena de octubre. La uva se recolecta en cajas de 18 kg y se transporta a la bodega inmediatamente después de la vendimia.

Vinificación: el proceso de vinificación es absolutamente delicado y nada invasivo, con el fin de mantener intacto el carácter del racimo y las notas distintivas de la vendimia, y permitir la elaboración de un vino auténtico, como enseña la tradición vinícola etneana. Despalillado y estrujado se deposita la vendimia en un depósito de acero inox. donde fermenta con con levadura autóctona seleccionada a 26ºC de temperatura. La fermentación se controla diariamente y se remontan con la misma frecuencia para mojar el sombrero. Tras tres semanas de fermentación se trasiega a otro depósito donde se libera de las lías y realiza la fermentación maloláctica. Finalizado este proceso envejece durante 9 meses en barricas de roble francés. Tras el filtrado y el embotellado el vino envejece durante otros seis meses en botella.

Cata: color rubí brillante con delicados reflejos violáceos. Nariz sutil y elegante con notas de rosas y violetas silvestres, fruta roja, cerezas, frambuesas, especiados como la canela, cacao y regaliz, notas de sotobosque y grafito. Leves notas de esmalte realzan la complejidad del bouquet. En boca tiene cuerpo medio, es amplio y envolvente, con un perfecto equilibrio entre frescor y calidez y un tanino aterciopelado suavizado por la glicerina que aportan los suelos volcánicos. Persistente y equilibrado en su paso con un final muy elegante y envolvente. 

Producción: 3.730 botellas.  Alc: 14%   

Consumo óptimo: 2020-2034. 

Armonías: carnes rojas, quesos curados, pastas y arroces de carne, pasta de con sardinas y tomate, bacalao….